Siempre hay una primera vez y más de uno se llevó un susto cuando, al ver esas hojitas verdes, las confundió con perejil y metió un buen puñado en una ensalada o un guiso de legumbres. El cilantro es el falso amigo del perejil.
Es una hierba aromática originaria del sudeste asiático y del norte de África, de sabor fuerte y múltiples beneficios para la salud. Es un buen antiinflamatorio, tiene propiedades antisépticas (bloquea la proliferación de microorganismos), es diurético y muy rico en vitamina C y K.
Hidratos de carbono: 3,7 g
Contiene un 20% de aceites esenciales, destaca Fidel Pascual, director de calidad de Herbes del Molí. «Actúan sobre el sistema digestivo facilitando la digestión y aliviando el estreñimiento, también es eficaz contra cólicos y flatulencias».
Del cilantro se aprovechan las hojas y las semillas, en grano o molidas. En ambos casos se caracteriza por tener un sabor cítrico, próximo a la cáscara de naranja, más pronunciado en el caso de las semillas.
Es un ingrediente básico de la cocina india, de la tailandesa y de la marroquí, donde normalmente se utilizan sus hojas o las semillas, tostadas y molidas, que aromatizan la mayoría de los platos. En los países de la Europa Oriental y en Rusia se prefiere el cilantro en grano, sobre todo en salsas y panes de centeno.
También conocido como coriandro, culantro o perejil chino, es un alimento que gusta o se detesta. No admite medias tintas. La ciencia encontró la razón de esta reacción en los genes, en concreto, en el OR6A2. Entre el 4 y el 14% de la población presenta esta configuración, por lo que el cilantro los rechaza aunque no quieran.