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Las razones por las que «Survivor» no logra el éxito de «Gran hermano»

Son dos programas diferentes y a más de uno, seguramente, le pueda resultar caprichosa la comparación, pero en términos de estrategias televisivas Telefe buscaba en ellos la carta fuerte para ganar, cada uno a su turno, los dos semestres del 2024. Uno, Gran hermano, lo logró con creces y es, hasta ahora, lo más visto del año, con algunas noches que han superado la barrera de los 20 puntos. No está corriendo la misma suerte Survivor, que desde el lunes 15 llegó para tomar esa posta de la franja de las 22.30.

Así se pasó de reality del encierro a reality de supervivencia al aire libre. Es el mismo género -competencia entre participantes, en una ruta de eliminaciones y un camino con diferentes obstáculos-, pero dos formatos distintos. Por eso la intención no es comparar uno con otro, sino analizar las razones por las cuales uno funcionó tan bien y valió un ancho de espadas, y el otro gana partidas, pero no tiene el peso del éxito.

No a todos los Gran hermano del mundo -y especialmente a los de Argentina- les ha ido siempre bien, ni Survivor o Expedición Robinson (como se presentó aquí su desembarco en la Argentina hace 24 años, con la conducción de Julián Weich, por el viejo Canal 13). Con los cual, los dos formatos llegan a la pantalla con las mismas chances.

Pero lo que sucedió con la temporada 2023/2024 de Gran hermano -que el 7 de julio ganó el uruguayo Bautista Mascia– quedó muy lejos de lo que está generando Survivor en el boca a boca y en ese otro pulso de estos tiempos que son las redes sociales.

Por momentos parece un torneo de juegos, que de aislamiento y supervivencia.Por momentos parece un torneo de juegos, que de aislamiento y supervivencia.

Todavía no apareció una Furia

Uno arrancó el 11 de diciembre del año pasado con 20 participantes, a los que al día siguiente se le sumaron dos y, mucho antes de la Navidad ya se hablaba de Furia, de Lisandro, de «Las furiosas» (el cuarteto de Furia, Cata, La Chula y Agostina) y de Manzana, el cantante de RKT que dio que hablar más al principio que al final de su paso por la casa.

El otro, que empezó el lunes 15 con 25 participantes viajando a una selva del norte colombiano, todavía no instaló sus nombres en las charlas al paso, ni de las redacciones, ni de los chats. Con la salida de Malvina Ramírez el domingo pasado, ya suma cinco los eliminados del certamen que no consigue subir la vara del rating.

Así como Gran hermano merodeó -durante buena parte de sus siete meses- los 17/18 puntos (aunque al principio y al final los números fueron un poco más bajos), siempre picó en punta solo. Survivor no sólo que no lo consigue, porque sus marcas rondan apenas los 10 puntos, sino que este lunes, por ejemplo, perdió el título de ser «lo más visto del día» a manos de Escape perfecto, la carta que Telefe jugó para acompañar desde atrás a los realities y termina imponiéndose como el batacazo del canal.

En "Survivor" todavía no se impuso ningún participante en el boca a boca del público.En «Survivor» todavía no se impuso ningún participante en el boca a boca del público.

En una televisión abierta tan alicaída como la nuestra, diez puntos no podría ser considerado un fracaso, pero está comprobado que, aún en estos tiempos de avanzada del streaming, se puede medir más. Pero ¿por qué atraería más la convivencia en una casa que en una isla? Tal vez los conflictos, el nivel de tolerancia, los vínculos y las alianzas quedan encerradas en cuatro paredes, con más de 20 personas compartiendo un sólo inodoro, y en el otro formato los participantes se dividen en dos grupos, viven beneficios y castigos diferentes para cada bando y hay un aroma a libertad de acción que el portón bloqueado de GH no daba.

Uno es claramente un juego individual, si lo sabrá Juliana Scaglione, alias Furia, la mejor jugadora de esta temporada que quedó afuera porque jugó sola y su incondicional fandom terminó luchando contra la unión de los fans de los otros jugadores. Y si bien el reglamento marca que los compañeros se votan entre ellos, el que decide es el público.

En Survivor, todavía estamos en la etapa del equipo rojo y del equipo amarillo, y los que deciden quién se toma el barco para pegar la vuelta son ellos mismos por votación. Eso hace que el público sea meramente espectador y no se sienta parte, como cuando ponía su voz (y su voto) en el famosos 9009 para sacar o dejar a alguien.

Ivan de Pineda, con "Escape perfecto", se convirtió en el principal competidor de Marley.Ivan de Pineda, con «Escape perfecto», se convirtió en el principal competidor de Marley.

Uno de los elementos clave que marcan el destino de los realities es el casting. Porque, en una ficción, una buena historia puede llegar a imponerse sobre los nombres (aunque está claro que un buen elenco tracciona de entrada), pero en un reality los personajes son los que arman la historia. Y arrancan siendo don nadie, para terminar como panelistas, streamers, actores o simplemente personajes televisivos de los que se habla más que de Susana o de Tinelli, dos que por ahora brillan por su ausencia en pantalla.

Una Furia, un Alfa o una Picky Paino -como se llama la criatura más emblemática de Expedición Robinson del 2000- se construye a fuerza de generar contenido, de saber hacerse ver, de lograr empatía o interés del otro lado. Porque Furia no le gusta a mucha gente, pero todos saben de quién se trata.

Eso, en Survivor, todavía no pasa. Y eso que han armado un grupo variopinto, con diversidad sexual, con diversidad de edades y de oficios y hasta han incluido a Agustín, el nieto del ex boxeador Carlos Monzón como para condimentar la formación.

Pero el ciclo que conduce Marley -que volvió a la TV después de hacer sido acusado de abuso y ni él ni nadie del canal quiso hablar públicamente del tema, situación que tal vez lo alejó un poco del público- no genera empatía ni transmite la adrenalina o el sufrimiento que supuestamente padecen los que están a la intemperie sin demasiados recursos.

Pero el formato internacional ha demostrado que se puede hacer verosímil que alguien la esté pasando muy mal, con sed y hambre, mientras un camarógrafo y un sonidista, como mínimo, estén encima de ellos. ¿Quién de ellos no les alcanzaría un vaso de agua en una situación extrema? Para responder esa pregunta hace falta más que meter 25 personas en un barco rumbo a un lugar hermoso y tener la fama como meta.

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